El entorno importa.

Ubicado en el Parque Natural de la Sierra de Guadarrama, mi taller se encuentra en un entorno natural privilegiado: La Pedriza del Manzanares.

Rodeada de una naturaleza tan singular de paredes rocosas, riscos de formas fantásticas erguidos en equilibrios imposibles, arroyos que se deslizan por los canchales, jardines escondidos...este entorno inspira en mí el instinto de búsqueda continua, de exploración, de descubrimiento, a la vez que despierta y alimenta mi fascinación por las formas, los colores, las texturas.

Me gusta sentir que mi trabajo es una forma de relacionarme con el entorno, no sólo por lo que obtengo de él , sino también por lo que yo trato de aportarle. Por todo esto, las cuerdas que utilizo son recicladas, ecológicas, biodegradables y de producción sostenible, invitando a través de ellos, a formar parte de una comunidad responsable que está cambiando sus hábitos para mejorar su relación con el medio.

Pasión.

Cuando descubrí el macramé, más allá de una técnica de artesanía ancestral, lo que hallé fue un camino. Desde el primer contacto con las cuerdas el "flechazo" fue instantáneo. Recuerdo que mis primeros trabajos fueron pequeños, sencillos... y por supuesto torcidos, pero lo que más recuerdo es que, precisamente intentando corregir aquellos errores, mejorando la técnica, la destreza, los conocimientos, lo que descubrí fue una pasión. La pasión por el detalle, la concentración, el esmero... el deleite de crear con mis propias manos piezas que poco antes sólo había imaginado y la fascinación de conseguir todo ello a través de una simple bobina de cuerda.

Aún hoy , sigo investigando, aprendiendo, experimentando y sorprendiéndome con todo lo que esta forma de artesanía me aporta. Es una energía que fluye como un torrente continuo, sin mermar su ímpetu por muchos trabajos que haga. Simplemente, no puedo parar.